La primera impresión

El concepto de belleza facial es un campo que ha interesado mucho a los investigadores. ¿Es realmente cierto que la belleza es un concepto cultural y por lo tanto aprendido? ¿Estaremos atraídos, de manera innata, hacia ciertos rasgos faciales? Judith Langlois, de la Universidad de Texas en Austin, realizó un interesante experimento al respecto. En su estudio, mostró gran cantidad de fotografías a un grupo de personas y les pidió que las evaluaran conforme a su atractivo facial. Una vez que obtuvo dichas evaluaciones, mostró las mismas fotos a bebés de 6 meses de edad. Al final, descubrió que los bebés miraban por más tiempo las fotografías catalogadas como atractivas por los adultos.

Esto parece indicar que, de manera innata, ciertas caras nos parecen más atractivas que otras. Los experimentos sobre el tema han arrojado resultados ciertamente curiosos. Por ejemplo, se ha comprobado que las caras con anteojos tienden a ser percibidas como más «inteligentes» que las caras sin ellos, y que las denominadas «cara de niño» en hombres adultos animan a otras personas a abrirse emocionalmente, aunque también se les percibe con menos posibilidad de ejercer control sobre un grupo o situación. Muchos afirman, hoy en día, que la primera impresión que nos formamos a partir de una cara tiene más que ver con una predisposición innata de lo que normalmente suponemos.

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